Este vehículo destinado al transporte puede llamarse de diferentes maneras en función del país. Por ejemplo: guagua, colectivo, góndola, bus, ómnibus, etc. Puede transportar a personas dentro de una ciudad, o realizar líneas o trayectos de viajes algo más largos entre dos o más poblaciones. Pero no siempre ha sido así. ¿Te gustaría conocer la historia del autobús?
El origen del autobús podemos encontrarlo en el siglo XVII. Fue París, la capital francesa, la primera gran urbe europea en utilizarlo hacia el año 1662. Sin embargo, a pesar de ser una buena idea, aquel sistema fracasó por incómodo y caro. Funcionó con 5 líneas desde marzo de 1662 hasta el verano de 1677.
Obviamente, en aquel tiempo, se trataba de una especie de carro o carroza grande de madera. Era como un pequeño minibús o vagón de tren tirado por caballos: se les denominaba vehículos de sangre. Pero como hemos comentado, era muy poco cómodo y sobretodo, muy caro para la época.
Con la aparición del tranvía en 1775, parecía que el problema de los desplazamientos dentro de las grandes ciudades iba a quedar resuelto, pero fue el ómnibus del Coronel Stanislas Baudry en 1825 el medio de transporte colectivo el que obtuvo más éxito y popularirdad.
El coronel no tardó en darse cuenta de que no solo los clientes de sus baños lo utilizaban, sino que se montaban en él los vecinos de la ciudad que querían comunicarse con el extrarradio. Por ese motivo fundó la Enterprise Générale des Omnibus, y amplió el servicio situando la terminal de autobús frente a unos grandes almacenes muy populares y concurridos.
En dicha parada situó un cartel con un texto en latín que decía: Omnes omnibus, es decir, “hay de todo para todos”. Al viejo coronel le gustó la idea del omnibus, voz latina que significa “para todos”, y se lo puso a su vehículo, destinado desde aquel momento a recoger a todo tipo de pasajeros: tanto clientes de sus baños termales como público en general. Por tanto, este es el origen de la palabra ómnibus.
La idea tuvo tanto éxito que fue llevada a Nueva York y también a Londres, donde también fructificó, inaugurándose allí la primera línea de ómnibus en 1829. Dos años después del triunfo del ómnibus, en el año 1831 surgió el autobús, idea del inglés Walter Hancock. Se distinguía del ómnibus en que el autobús tenía motor a vapor, es decir, podía moverse por sí mismo, de ahí lo del prefijo griego auto = por sí mismo. He aquí el origen de la palabra autobús.
La idea fue puesta en funcionamiento de manera experimental para cubrir la línea de la city londinense y la ciudad de Stratford. Su primer nombre no fue el de bus ni el de autobús, sino el de Infant.
Algunos años más adelante, Hancock dotó a su vehículo de un motor de gasolina construido por la firma alemana Benz (Karl Benz) y empezó a multiplicar el número de unidades a partir de 1895. Solo tenía un inconveniente: el número de plazas era muy reducido, solo seis más dos conductores que, como el cobrador, iban en el exterior del vehículo como si de una diligencia del lejano oeste americano se tratara.
Desde 1822 las grandes capitales europeas de París, Berlín y Londres contaban con algún medio de transporte. En Berlín, cuarenta años más tarde la Aboag o Allgemeine Berliner Omnibus-Aktiengesellschaft disponía de una flota de doscientos cincuenta y siete autobuses y mil ochenta y nueve caballos para tirar de ellos. Esta compañía ya experimentaba en 1898 con los primeros autobuses eléctricos dotados de unos grandes acumuladores de energía eléctrica.
Pero este tipo de energía limpia fue un fracaso en la época. Por ejemplo, como en la ciudad española de Barcelona en 1898, con las ideas y trabajos de Emilio de la Cuadra y su Compañía General de Coches. Costó trabajo convencer a don Emilio que olvidara la electricidad y adoptara el “revolucionario” motor de explosión como sistema de propulsión de sus autobuses: pero finalmente lo consiguió el suizo Marc Birkigt.
A pesar de todo el autobús, abreviatura extrema de ómnibus + el sufijo auto se extendió al resto de Europa y del mundo, eclipsó al tranvía que se presentaba en el siglo XIX como remedio indiscutible del transporte de masas y pasó incluso por encima del tranvía eléctrico.
Sólo el sistema del metropolitano (el metro) logró en 1863 hacerle sombra y quitarle clientela y futuro. En Berlín, el trolebús funcionaba desde 1892 de manera regular, aunque el transporte público comenzó a funcionar de forma moderna en 1905. Eran vehículos de dieciséis plazas en el interior y dieciocho en el techo más tres plazas de pie. Durante la noche el servicio se realizaba con vehículos de tracción animal.
Pero el autobús siempre tendría su público entre quienes no estaban dispuestos a hundirse en los túneles de la ciudad. Su éxito fue tal que no ha dejado de funcionar hasta nuestros días. Eso sí, poco a poco se van introduciendo con éxito vehículos que funcionan con energías alternativas y más limpias, como el gas natural, el metano, el hidrógeno y la electricida
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